La mala suerte de Igor Anton
Muchos ciclistas han sido perseguidos por la mala
suerte a lo largo de su carrera deportiva. Existen muchos ejemplos, tales como
Zulle, el suizo miope que sufría caídas constantemente o el francés Jean Robic,
ciclista vencedor tras la segunda guerra mundial del Tour de Francia, que
sufrió todo tipo de lesiones.
En este siglo XXI tenemos unos cuantos ejemplos.
Robert Gesink, el holandés que milita actualmente en el equipo Lotto NL Jumbo,
ha sufrido todo tipo de percances en su ya dilatada carrera deportiva. En los
años 2009, 2011 y 2012 sufrió caídas en el Tour que lo lastraron físicamente,
en 2014 se le detectó unas arritmias cardíacas y en ese mismo año cuando
marchaba 7º en la Vuelta a España no le quedó más remedio que abandonar la
carrera debido a complicaciones en el embarazo de su mujer. Sin duda al
holandés le ha perseguido la mala suerte en su vida como ciclista.
Otro buen ejemplo en nuestro siglo podría ser
Mauricio Soler, que tras un brillante Tour 2007, sufrió todo tipo de caídas hasta
que finalmente una, sufrida también en el Tour de Suiza, le obligó a colgar la
bicicleta
Pero nuestro protagonista, que como nuestro
anteriores ejemplos conoce bien a la mala suerte, es otro. Un vizcaíno nacido
en 1983 en la localidad de Galdakao, cerca de Bilbo. Un ciclista que explotó en
la Vuelta a España de 2006, cuando se impuso en la cima de Calar alto,
aprovechándose -brillantemente- del marcaje entre los favoritos de aquella
Vuelta: Vinokurov, Valverde y Sastre
Situémonos ahora dos años más tarde, en pleno
2008. Una buena primera parte de la temporada, donde destaca su etapa, liderato
y 3º puesto en el Tour de Suiza, presagiaba una buena Vuelta a España, su
objetivo del año al que acudía como líder del conjunto Euskaltel y donde por primera
vez se le cruzaría nuestra otra protagonista, la mala suerte.
Y eso que empezó con muy buen pie la ronda
española. Euskaltel, un equipo acostumbrado a ocupar las últimas plazas en las
CREs, fue 2º en la CRE inaugural. Salvó la contrarreloj, su talón de Aquiles,
cediendo menos de 2 minutos con Contador y apenas 1’ con el vencedor del Tour
de aquel año, Carlos Sastre. Sin duda las cosas marchaban de maravilla y el
primer contacto con la montaña corroboró que Igor había llegado realmente
fuerte. 6º en Andorra y 4º en Pla de Beret, aguantando los cambios de ritmo de
todo un Contador, se colocó 7º en la clasificación general, pensando ya en la
jornada que decidiría la Vuelta, la 14º con final en el durísimo Angliru. Tristemente
el escalador vasco no pudo asaltar el podio en la cima asturiana. Una fatal
caída en el peligroso descenso del Cordal acabó con sus sueños y le obligó a
retirarse sin poder iniciar la ascensión en la que aspiraba a adueñarse de una
plaza en el podio de Madrid. Con fractura de clavícula y trocánter no le quedó
más remedio que aplazar ese sueño hasta el 2010, pues las secuelas de la caída
le lastraron durante todo el año 2009, donde fue incapaz de recuperar un nivel
alto, arrastrándose tanto en el Tour como en la Vuelta.
Pero la ópera prima de Igor todavía estaba por
llegar. En una larga jornada con final en el tendido Andorra Igor se mostró
excelso, batiendo a todos sus rivales. No saltó al cambio de ritmo de Mosquera,
que se llevó consigo a Nibali y Purito, decidió coger su ritmo y fue pasando
uno a uno a todos sus rivales para lograr una nueva victoria y colocarse
nuevamente de líder, esta vez con un buen margen de cara al tríptico montañoso
que se avecinaba. Eufórico, el vasco fijaba la mirada en el próximo final en
alto, el corto pero duro Peña Cabarga. Pero esa mala suerte que parecía que le
había dejado respirar apareció nuevamente, esta vez en el llano previo a la
ascensión, donde un tronco derribo al líder la carrera y lo arrastró por el
suelo rompiendo en mil pedazos su sueño de coronarse en Madrid y su codo. Con
el cuerpo hecho añicos no le quedó más remedio que decir nuevamente adiós, un
adiós que le dejaba totalmente minada una moral frágil.
Volvió en 2011 pero ya nunca sería el mismo. Ver
pasar dos grandes oportunidades dejó abatido a Igor, que desde esa maldita
caída solo pudo enfrentarse a sus fantasmas en 2012, con un insuficiente 9º
puesto a pesar de intentarlo en su terreno, la montaña.
Como epílogo tenemos a
un Igor enfermo en la edición de 2016, una edición que había iniciado fuerte
con un 7º puesto en el muro de Ézaro, cerca de los mejores. Dos días después de
este pequeño resurgir enfermó y no le quedó más remedio que abandonar días más
tarde, débil y sin fuerzas.
Damos por acabado aquí este artículo, pues Igor
vuelve a la carga en este 2017 y confiamos en que esa mala suerte que no ha
parado de perseguirle le respete en su 12ª temporada como profesional.
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