domingo, 26 de febrero de 2017


La mala suerte de Igor Anton


Muchos ciclistas han sido perseguidos por la mala suerte a lo largo de su carrera deportiva. Existen muchos ejemplos, tales como Zulle, el suizo miope que sufría caídas constantemente o el francés Jean Robic, ciclista vencedor tras la segunda guerra mundial del Tour de Francia, que sufrió todo tipo de lesiones.

En este siglo XXI tenemos unos cuantos ejemplos. Robert Gesink, el holandés que milita actualmente en el equipo Lotto NL Jumbo, ha sufrido todo tipo de percances en su ya dilatada carrera deportiva. En los años 2009, 2011 y 2012 sufrió caídas en el Tour que lo lastraron físicamente, en 2014 se le detectó unas arritmias cardíacas y en ese mismo año cuando marchaba 7º en la Vuelta a España no le quedó más remedio que abandonar la carrera debido a complicaciones en el embarazo de su mujer. Sin duda al holandés le ha perseguido la mala suerte en su vida como ciclista.

Otro buen ejemplo en nuestro siglo podría ser Mauricio Soler, que tras un brillante Tour 2007, sufrió todo tipo de caídas hasta que finalmente una, sufrida también en el Tour de Suiza, le obligó a colgar la bicicleta

Pero nuestro protagonista, que como nuestro anteriores ejemplos conoce bien a la mala suerte, es otro. Un vizcaíno nacido en 1983 en la localidad de Galdakao, cerca de Bilbo. Un ciclista que explotó en la Vuelta a España de 2006, cuando se impuso en la cima de Calar alto, aprovechándose -brillantemente- del marcaje entre los favoritos de aquella Vuelta: Vinokurov, Valverde y Sastre

Situémonos ahora dos años más tarde, en pleno 2008. Una buena primera parte de la temporada, donde destaca su etapa, liderato y 3º puesto en el Tour de Suiza, presagiaba una buena Vuelta a España, su objetivo del año al que acudía como líder del conjunto Euskaltel y donde por primera vez se le cruzaría nuestra otra protagonista, la mala suerte. 

Y eso que empezó con muy buen pie la ronda española. Euskaltel, un equipo acostumbrado a ocupar las últimas plazas en las CREs, fue 2º en la CRE inaugural. Salvó la contrarreloj, su talón de Aquiles, cediendo menos de 2 minutos con Contador y apenas 1’ con el vencedor del Tour de aquel año, Carlos Sastre. Sin duda las cosas marchaban de maravilla y el primer contacto con la montaña corroboró que Igor había llegado realmente fuerte. 6º en Andorra y 4º en Pla de Beret, aguantando los cambios de ritmo de todo un Contador, se colocó 7º en la clasificación general, pensando ya en la jornada que decidiría la Vuelta, la 14º con final en el durísimo Angliru. Tristemente el escalador vasco no pudo asaltar el podio en la cima asturiana. Una fatal caída en el peligroso descenso del Cordal acabó con sus sueños y le obligó a retirarse sin poder iniciar la ascensión en la que aspiraba a adueñarse de una plaza en el podio de Madrid. Con fractura de clavícula y trocánter no le quedó más remedio que aplazar ese sueño hasta el 2010, pues las secuelas de la caída le lastraron durante todo el año 2009, donde fue incapaz de recuperar un nivel alto, arrastrándose tanto en el Tour como en la Vuelta.

Pero la ópera prima de Igor todavía estaba por llegar. En una larga jornada con final en el tendido Andorra Igor se mostró excelso, batiendo a todos sus rivales. No saltó al cambio de ritmo de Mosquera, que se llevó consigo a Nibali y Purito, decidió coger su ritmo y fue pasando uno a uno a todos sus rivales para lograr una nueva victoria y colocarse nuevamente de líder, esta vez con un buen margen de cara al tríptico montañoso que se avecinaba. Eufórico, el vasco fijaba la mirada en el próximo final en alto, el corto pero duro Peña Cabarga. Pero esa mala suerte que parecía que le había dejado respirar apareció nuevamente, esta vez en el llano previo a la ascensión, donde un tronco derribo al líder la carrera y lo arrastró por el suelo rompiendo en mil pedazos su sueño de coronarse en Madrid y su codo. Con el cuerpo hecho añicos no le quedó más remedio que decir nuevamente adiós, un adiós que le dejaba totalmente minada una moral frágil. 


Volvió en 2011 pero ya nunca sería el mismo. Ver pasar dos grandes oportunidades dejó abatido a Igor, que desde esa maldita caída solo pudo enfrentarse a sus fantasmas en 2012, con un insuficiente 9º puesto a pesar de intentarlo en su terreno, la montaña. 

Como epílogo tenemos a un Igor enfermo en la edición de 2016, una edición que había iniciado fuerte con un 7º puesto en el muro de Ézaro, cerca de los mejores. Dos días después de este pequeño resurgir enfermó y no le quedó más remedio que abandonar días más tarde, débil y sin fuerzas.

Damos por acabado aquí este artículo, pues Igor vuelve a la carga en este 2017 y confiamos en que esa mala suerte que no ha parado de perseguirle le respete en su 12ª temporada como profesional. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario